La crisis forestal afecta a Corrientes y Misiones y se profundizó en los últimos meses, tras el documento de la Asociación de Productores, Industriales y Comerciantes Forestales de Misiones y Norte de Corrientes (Apicofom), en el que señaló que «mientras los países más desarrollados protegen sus mercados y su producción, Argentina -por el contrario- sostiene una paridad cambiaria que favorece la importación de miles de productos a precios muy por debajo de los vigentes en fronteras adentro».
Entre otras razones, es uno de los factores por los que la forestadora Tapebicua suspendió, desde la segunda semana de agosto y por 30 días, toda su producción y las actividades de sus 520 empleados, sin goce de sueldos. La firma, del grupo de Celulosa Argentina, posee un aserradero modelo en remanufactura y compensados, ubicado en Gobernador Virasoro, en Corrientes.
El sector forestal señaló que trabajan a menos del 50% de su capacidad.
En forma paralela, la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA) formas formalizó hace dos semanas la creación de comité de crisis para articular una respuesta coordinada con las 28 cámaras empresarias que representan a la industria a nivel nacional, abarcando desde las provincias con mayor actividad forestal, como Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Chaco, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Formosa; hasta otras en donde hay una menor presencia pero son relevantes para las economía locales, como en Salta, Tucumán y Tierra del Fuego. De acuerdo al sector, su actividad se desarrolla a menos del 50% de su capacidad.
Ricardo García, miembro del Comité de Crisis de FAIMA, alertó sobre la profundidad de la emergencia. «No es fácil decirlo pero hay cierre de aserraderos. También empresas, como Tapebicua, que atraviesan un momento muy complicado con suspensiones y pagos de personal en cuotas. En el norte del país, algunos aserraderos han suspendido turnos o enfrentan serios problemas para sostener la actividad», explicó en una entrevista con el medio especializado Argentina Forestal. La raíz del problema, según el directivo, es la compresión de los márgenes de ganancias: «Los precios de venta están muy bajos pero los costos no ceden. La materia prima, la energía, el gas, el combustible y los salarios han sufrido aumentos. Esto hace cuesta arriba mantener la industria funcionando sin margen de ganancia. Esta es la realidad con la que convivimos».