Con Adorni como candidato, los libertarios lograron no solo terminar en primer lugar, sino dejar al PRO con una herida difícil de cicatrizar. El Presidente jugó fuerte en la campaña y plebiscitó su gestión en la capital. El peronismo mantuvo su caudal habitual y se posiciona como único contrapeso a las fuerzas del cielo.
En una atípica elección porteña de medio término, que cobró una inédita relevancia respecto a otras renovaciones legislativas, La Libertad Avanza obtuvo una resonante victoria, que convalida la gestión nacional de Javier Milei en la Ciudad y rompe con la hegemonía del PRO en su distrito de cabecera.
Los libertarios jugaron a fondo en la contienda y el resultado fue favorable, acaso sorpresivo. Primero, descartaron cualquier intento de sociedad con el PRO para ir de la mano a las urnas y desde entonces los amarillos se convirtieron en el principal objetivo, para terminar de deglutir no solo a su electorado, sino también a sus dirigentes. Una avanzada que, se supone, se acelerará en estos días, con la intención declarada de vaciar al partido de Mauricio Macri, quien ya dejó de liderar al electorado no peronista, un rol que ahora está en cabeza de Javier Milei. Por eso, se abre una nueva temporada de pases. La camiseta violeta espera con ansias a quienes hasta este domingo tenían puesta la amarilla, en muchos casos a regañadientes. Los legisladores del bloque ya no le respondían, los intendentes se tentaban con la garrocha, los gobernadores del PRO hacían equilibrio. Ahora, serán abiertas las puertas y también las ventanas.
LLA no solo bajó a una de sus principales figuras, como el vocero Manuel Adorni, a pulsear por un escaño en la Legislatura porteña, sino que el propio Javier Milei se puso al frente de la campaña. Se quedó en el país y evitó viajar al Vaticano para la entronización de León XIV. Una señal de que había esperanzas libertarias de descorchar al final del domingo. Su gabinete también respaldó a Adorni hasta último momento, estuvieron los ministros en las recorridas así como en el búnker del Hotel Libertador. Con lo cual, los violetas hicieron una jugada de riesgo, a todo o nada, y cosecharon la adhesión de los porteños, en una jornada marcada por la baja participación y por los escándalos en la previa. No solo por el video fake del sábado, sino por las tensiones en torno a Ficha Limpia y los anuncios electoralistas durante la semana.
El vocero sonrió al final y logró la polarización que buscaba en la campaña. Con una atomización de 17 listas, Adorni necesitaba que se diera al final del camino una pelea mano a mano con Santoro, que el PRO no llegara al 20% y que Ramiro Marra tuviese una pésima elección. Así se dio, un tilde color verde en cada una de las condiciones necesarias para ganar los comicios y que el PRO tuviera un traspié doloroso, el primero en 20 años.
Resultó un acierto también el leit motiv instalado por los estrategas, la falsa dicotomía entre “kirchnerismo o libertad”. Ni LLA representa cabalmente el concepto amplio de la libertad, ni Leandro Santoro, el candidato del panperonismo, es estrictamente kirchnerista. Pero la frase logró en las urnas el efecto deseado.
Asimismo, Adorni deslocalizó el discurso. Habló menos de la gestión en la Ciudad que de llevar el modelo Milei, la motosierra, a tierras porteñas. Nacionalizó la campaña para imantar la imagen positiva del Presidente. Buscó plebiscitar la administración libertaria en la Casa Rosada: la baja de la inflación, la estabilidad cambiaria, el fin de los piquetes, el recorte del gasto público. Los puntos positivos que calzan en el paladar de los porteños y de las grandes ciudades del país. Por caso, el fin de semana pasado, LLA cayó en Salta y Jujuy, pero ganó en ambas capitales. Un poder de fuego que antes era del macrismo. «No era simplemente una elección local, fue una elección entre dos modelos, y es lo que otros no supieron ver», dijo Adorni en su discurso. Y llamó a todos los dirigentes no peronistas a sumarse a la ola violeta.
Los libertarios hubiesen festejado aun saliendo segundos, porque, como se mencionó, la intención era desbancar al PRO y condicionar el armado electoral para octubre. «Pintamos de violeta la ciudad que antes era amarilla, ahora hay que pintar el país», dijo un Milei desaforado. Esta elección le permitirá a LLA evitar ahora un acuerdo partido a partido con el PRO y seducir a los dirigentes sin la intermediación de Macri. Sin embargo, se llevó el premio mayor, el primer puesto, ante una elección previsible del panperonismo.