Para la Corte Suprema, el catedrático dejó de ser juez y solo esperan que desaloje. El “per saltum” del Gobierno con destino de papelera de reciclaje. El proyecto para federalizar a parte de la justicia nacional que echó a correr Cúneo Libarona.

La carrera de Manuel García-Mansilla en la Corte Suprema está terminada. Resta saber si su prestigio académico sigue el mismo camino. Cada minuto que deja pasar sin presentar la renuncia a su “comisión” en el máximo Tribunal parece desgastarlo, en un costo que absorberá de manera personal. El Gobierno reaccionó con furia –y torpeza- al tremendo revés que recibió del Senado el jueves último, y que fulminó las expectativas de que algún día Ariel Lijo y García-Mansilla sean jueces de la Corte. Presentó un pedido de “per saltum” (o salto de instancia) para que la Corte defina la causa en la que el juez federal de La Plata Alejo Ramos Padilla le ordenó vía cautelar no intervenir en ninguna cuestión judicial ni de superintendencia.

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